Un remanente fiel: Un faro en la tempestad.

Un remanente fiel: Un faro en la tempestad.

Hola ¡Queridos lectores! 👋 

En el corazón de la oscuridad, siempre ha ardido una llama. Una llama inextinguible, avivada por la fe inquebrantable de un remanente, un grupo de personas que, incluso en los peores momentos, se aferra a Dios con convicción inquebrantable.

A través de los siglos, la historia ha sido testigo de innumerables pruebas. Tiempos de opresión, devastación y desesperación que amenazaban con apagar la luz de la fe. Sin embargo, contra todo pronóstico, un pequeño grupo siempre ha permanecido firme, resistiendo las olas de la adversidad.

Vemos un Noé, navegando en un arca mientras el mundo se ahogaba en un diluvio. Un Daniel, desafiando la furia de un rey en un foso de leones. Un Elías, huyendo despavorido de la malvada Jezabel. Todos ellos, aunque con dudas e incertidumbres en sus vidas, son ejemplos de faros alumbrando en la oscuridad.

Su fidelidad no se basa en la seguridad o la comodidad, sino en una convicción profunda grabada en sus corazones. Una convicción que les impulsa a alzar la voz en medio del silencio, a extender la mano a los caídos, a mantener viva la esperanza cuando todo parece perdido.

Son como faros en la tormenta, guías en la noche, recordatorios de que la luz de Dios nunca se apaga. Sus testimonios es un llamado a la acción, una invitación a unirnos a sus filas, a ser parte de ese remanente que transforma el mundo con su fe inquebrantable.

Porque incluso en la tempestad más profunda, siempre habrá un remanente que siga honrando a Dios con convicción de corazón. Un remanente que enciende la llama de la esperanza y proclama la victoria de la luz de Cristo sobre la oscuridad.

Dios siempre ha preservado un remanente de personas que aún en los peores tiempos siguen honrándolo con convicción de corazón.

«Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.» (Romanos 11:5).

¿Serás tú parte de ese remanente?

Gracias por leerme hasta acá en esta edición semanal de Enseñanza y Sabiduría Bíblica.

¡Dios te bendiga!

— Tomás Dahua