La otra cara del amor

La otra cara del amor

Hola ¡Queridos lectores! 👋 

El Evangelio nos invita a sumergirnos en un mar de amor y perdón. Sus aguas purificadoras lavan nuestras faltas, sanan nuestras heridas y nos ofrecen la oportunidad de empezar de nuevo. Sin embargo, este mensaje celestial no se limita a una simple absolución. Dios, en su infinita sabiduría, también nos invita a la confesión y al arrepentimiento, dos pilares fundamentales en la redención.

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» (1 Jn 1:9).

Confesar no es solo admitir una falta, sino abrir nuestro corazón con humildad y reconocer que hemos fallado y pecado. Es un acto de valentía que nos libera del peso de la culpa y nos permite afrontar nuestras acciones con honestidad. Arrepentirse, por su parte, va más allá del simple remordimiento. Es un cambio radical de corazón, una transformación que nos impulsa a abandonar el camino del error y abrazar la luz del perdón.

Imaginemos a un náufrago aferrado a los restos de su embarcación. A pesar de la tormenta que lo azota, se niega a soltar lo que le queda, creyendo que es su única esperanza. Sin embargo, un salvador se acerca y le ofrece un salvavidas. El náufrago, aferrado a su pasado, duda en aceptar la ayuda. Pero al comprender que su única opción es soltar lo que lo hunde, toma el salvavidas y se aferra a la mano que lo conduce a la seguridad.

De la misma manera, la confesión y el arrepentimiento son como el salvavidas que nos ofrece Dios en la persona de Cristo. Al soltar la carga de nuestro pasado y aceptar su perdón, iniciamos un nuevo viaje. No se trata de un camino fácil, pero la recompensa es invaluable: la paz interior, la reconciliación con Dios y la oportunidad de vivir una vida transformada por el amor.

El mensaje del Evangelio es completo. Nos invita a recibir el amor y el perdón de Dios, pero también nos impulsa a cambiar nuestro rumbo y vivir de acuerdo a sus enseñanzas. La confesión y el arrepentimiento son pasos esenciales en este camino de transformación, permitiéndonos experimentar la verdadera libertad.

En conclusión, el amor y el perdón del Evangelio no son conceptos separados. Se complementan y se fortalecen mutuamente. Al aceptar la gracia de Dios, también debemos estar dispuestos a reconocer nuestras faltas, arrepentirnos de ellas y vivir una vida que refleje el amor y la misericordia que hemos recibido.

«Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.» (Sal 139:23–24).

Gracias por leerme hasta acá en esta edición semanal de Enseñanza y Sabiduría Bíblica.

¡Dios te bendiga!

— Tomás Dahua