⁠El Cristiano y la Psicología

Una perspectiva bíblica frente a la psicología

EL CRISTIANO Y LA PSICOLOGÍA

Una perspectiva bíblica frente a la psicología

La influencia de la psicología en nuestro tiempo es innegable. A través de medios de comunicación tanto seculares como cristianos, la psicología ha sido exaltada como una solución para los problemas del hombre moderno. Sin embargo, es crucial que evaluemos este movimiento a la luz de la Palabra de Dios.


¿Qué es la Psicología?

La palabra "psicología" se deriva del griego "psyche", que significa alma, y "logos", que significa estudio. Así, psicología literalmente significa el estudio del alma. Este campo busca entender por qué la gente se comporta de ciertas maneras y cómo se puede mejorar su forma de vivir.


Las limitaciones de la Psicología

La psicología, al ser una disciplina basada en la observación y el análisis científico, tiene limitaciones intrínsecas. No puede captar la dimensión espiritual del ser humano ni ofrecer una respuesta definitiva al anhelo de trascendencia que reside en cada uno de nosotros.

La psicología es un campo complejo y diverso. Y Dado que la evidencia científica no siempre proporciona respuestas definitivas, los psicólogos inevitablemente aportan sus propias perspectivas y experiencias al interpretar los resultados de sus análisis. Esto significa que la visión del mundo del psicólogo, incluyendo sus valores, creencias y experiencias personales, puede influir en la forma en que interpretan la información y formulan sus conclusiones.

El poder del Espíritu Santo y las Escrituras
La Biblia, por otro lado, presenta una visión radicalmente diferente sobre la transformación personal. Sostiene que el verdadero cambio proviene de una fuente externa al ser humano: el Espíritu Santo, el único quien tiene poder para convencer. Dios, y solo él, tiene la capacidad de renovar la mente, el corazón y el carácter del ser humano, permitiéndole alcanzar una vida plena y significativa.



El Nuevo Testamento nos proporciona una guía clara para que esto suceda:


  1. Identidad en Cristo: Reconocer que somos una nueva criatura en Cristo es fundamental para abrazar nuestra verdadera identidad (Ef. 2:1-6; Ro. 6:11). El cambio genuino comienza en nuestra mente; por eso, es crucial que nuestra mente sea renovada (Ef. 4:23).


  2. Entendimiento de la naturaleza de la tentación: Comprender que la tentación proviene del mundo, la carne y el diablo, nos prepara para luchar. Pero también debemos saber que podemos vencerla mediante la victoria de Cristo en la cruz y el uso correcto de Su Palabra (Mt. 4:2-11; 1Co. 10:13; Sant. 1:13-15).

  3. Perspectiva correcta de glorificar a Dios: Saber que el propósito de Dios para nuestras vidas es glorificarle conformándonos a la imagen de Cristo, nos conducirá a pensar menos en nosotros y más en cómo agradar al Señor, permitiendo que Su voluntad sea hecha en nuestras vidas. (2Co. 5:9; Ro. 8:28-29). 



No podemos ignorar que el cambio externo producido por sistemas psicológicos han sido útil para muchas personas; pero a la vez limitado e insuficiente. Para el cristiano, la Biblia nos instruye a depender del poder del Espíritu Santo y a renovar nuestras mentes con la Palabra de Dios (Ro. 12:1-2; Ef. 4:23).



Hoy en día, en un mundo donde la ciencia y la razón son altamente valoradas, es fácil caer en la trampa de creer que la psicología tiene todas las respuestas. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que la fe en Dios es un elemento fundamental para alcanzar una transformación profunda y duradera.


En la búsqueda de respuestas a los problemas del alma humana, nunca debemos perder de vista que la Biblia nos ofrece todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y en sintonía con la voluntad de Dios. Que nuestro enfoque permanezca en Cristo, el único que puede transformar verdaderamente nuestro corazón y mente.

«y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.»
(Ef. 4:23–24).

Gracias por leerme hasta acá en esta edición semanal de Enseñanza y Sabiduría Bíblica.

¡Dios te bendiga!

— Tomás Dahua